
En un contexto de inflación persistente, el salario argentino —y especialmente el piso legal del mismo— ha sido víctima de una fuerte erosión de su poder adquisitivo. Aunque en términos nominales los montos han aumentado, el avance de los precios y la debilidad de los mecanismos de ajuste han provocado que los ingresos reales de los trabajadores estén en niveles críticos.
El punto de partida: septiembre de 2023
En septiembre de 2023, el piso del salario mínimo, vital y móvil (SMVM) se encontraba fijado por la Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vital y Móvil en aproximadamente $118.000 mensuales.
Ese monto, sin embargo, ya sufría la presión de una inflación muy elevada: el costo de vida en la Argentina había comenzado a acelerar en los meses previos.
Evolución nominal hacia septiembre de 2025
Para septiembre de 2025, el SMVM fue fijado en $322.200 mensuales para una jornada completa de trabajo.
Mientras tanto, los salarios promedio de empleados registrados —sector privado, sector público— también mostraban incrementos nominales. Por ejemplo, el índice de salarios arrojó para julio de 2025 una variación interanual de +53,2%.
¿Y entonces por qué se habla de pérdida de valor?
Porque “aumento nominal” no equivale necesariamente a “mejora real”. Cuando la inflación es mucho más alta que los incrementos salariales, los salarios pierden poder de compra.
- Un informe reciente del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la UBA (IIEP-UBA) afirma que el valor real del SMVM acumulaba **una caída del 32% desde noviembre de 2023.
- * Asimismo, ese mismo informe señala que el salario mínimo está en su nivel más bajo en términos reales desde 2001.
- * En septiembre de 2024, pese a mejoras nominales, los análisis advertían que la recuperación del salario real era muy modesta y dependía de la inflación.
Factores que explican esta caída del salario real
- Alta inflación estructural: Aunque en algunos meses la inflación mensual bajó (por ejemplo 3,5% en septiembre de 2024), los aumentos de precios acumulados en el periodo siguen siendo enormes, lo cual consume rápidamente los incrementos salariales.
- Ajustes salariales rezagados: En muchos casos, los aumentos del SMVM o de los pisos salariales sectoriales llegan con demora, y no logran ponerse al día con el ritmo de los precios.
- Deterioro del poder de compra acumulado: Aunque quienes cobran el SMVM pasaron de ~118.000 en 2023 a ~322.200 en 2025, ese salto no basta para mantener la misma canasta de bienes que años atrás, cuando el salario mínimo tenía mayor respaldo frente a los precios.
- Fragmentación del mercado laboral: Los trabajadores informales, los convenios más débiles, o los que no logran negociaciones paritarias fuertes sufren más el golpe de la inflación.
- Percepción de vulnerabilidad: Cuando los salarios pierden fuerza, se resiente el consumo, la demanda interna, y aumenta la tensión social.
¿Cuál es la dimensión del deterioro?
Aunque no todos los datos están disponibles de forma homogénea para cada mes, algunos hitos permiten dimensionar:
- * El SMVM en septiembre de 2025: $322.200.
- * Contracción real estimada para ese piso desde fines de 2023: ~ –32%. (IIEP-UBA)
- * Nivel más bajo real desde 2001 para ese indicador.
- * Salarios promedios registrados aumentaron nominalmente, pero el ajuste real aún es frágil.
Consecuencias y riesgos
- Para los trabajadores que ganan el salario mínimo o poco más, esto significa que cada vez compran menos bienes y servicios con el mismo ingreso.
- Para las familias con ingresos fijos o informales, la presión sobre el gasto esencial (alimentos, vivienda, servicios) se intensifica.
- Para la economía global, cuando los salarios reales caen, se reduce la capacidad de consumo y esto puede afectar el crecimiento general.
- Socialmente, se acrecienta la sensación de pérdida de bienestar y puede fomentar conflictos laborales, reclamos y empobrecimiento.
¿Qué se puede esperar para adelante?
El desafío clave consiste en lograr que los aumentos salariales y las negociaciones paritarias logren al menos mantener el poder adquisitivo frente a la inflación. Pero la historia reciente muestra que esto no está asegurado: los incrementos deben estar sincronizados con los aumentos de precios, y cuando la inflación es tan alta, la tarea se vuelve mucho más difícil.