Capítulo 2: El Primer Encuentro
Una semana después, las circunstancias cambiaron. El grupo había sido invitado a una fiesta. La ansiedad era palpable. Maxi ya había decidido que quería probar algo nuevo, algo que lo hiciera sentirse parte de algo más grande, de algo que él pensaba que ya estaba al alcance de la mano. No podía quedar atrás.
— Esta noche vamos a ver qué tal. Seguro que está todo el mundo probando algo, ¿no? —le dijo Maxi a Ezequiel, que no estaba tan convencido.
— No estoy seguro, Maxi. Hay algo en todo esto que no me convence… —respondió Ezequiel, pero su voz no tuvo mucho peso en la decisión de sus amigos.
La fiesta era en la casa de un compañero de la escuela. El lugar estaba abarrotado de chicos y chicas de todas las edades. Música a todo volumen, luces de colores, y una atmósfera cargada de expectativa. Los chicos, inseguros pero emocionados, entraron. Fue entonces cuando vieron lo que les inquietaba: chicos más grandes estaban bebiendo, otros pasaban cigarrillos entre ellos, y algunos estaban en rincones más apartados, muy callados.
Franco fue el primero en acercarse a una mesa donde se veían botellas de alcohol.
— Un trago no le hace mal a nadie, ¿no? —dijo, mirándolos con una sonrisa nerviosa.
Maxi, que había observado todo, se acercó y levantó una copa de licor.
— Ya está, no es tan malo, solo un poquito… —dijo mientras se reía. Ezequiel lo miró en silencio, dudando. Franco ya había tomado su primer trago, y se sentía más relajado.
Al principio, el sabor era extraño y un poco amargo. Pero luego de unos minutos, los efectos comenzaron a notarse. Las risas eran más fáciles, la conversación más fluida. Nacho se mantenía al margen, observando todo desde una esquina, con una sensación de incomodidad.
— ¿Eso te hace sentir bien? —le preguntó Nacho a Franco, mientras lo observaba bailar con los demás.
— Es raro, pero siento que estoy más… libre, ¿sabés? Todo parece menos complicado.
La noche pasó rápido, y al final, los chicos regresaron a sus casas, algo más confundidos de lo que estaban al principio. Maxi y Franco estaban convencidos de que repetirían la experiencia, pero Ezequiel y Nacho no estaban tan seguros.
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