Me llamo María Soledad y escribo estas palabras desde el cansancio, la bronca y la impotencia. Soy trabajadora, madre, vecina, ciudadana de este país que amo profundamente, pero que hoy me está asfixiando.
Estoy harta de mirar los precios en el supermercado y ver cómo aumentan de un día para el otro, mientras mi sueldo sigue igual. Estoy cansada de hacer malabares para llegar a fin de mes, de contar cada moneda, de tener que decidir si pago la luz o si lleno la heladera. Porque ya no alcanza. Porque trabajar ya no garantiza vivir con dignidad.
Mi sueldo se va en alquiler, en tarifas, en transporte, en comida básica. No hay lugar para imprevistos, mucho menos para pensar en un futuro. No puedo ahorrar, no puedo proyectar, no puedo dormir tranquila.
Y lo peor de todo es la sensación de que nadie escucha. Que los que toman decisiones están muy lejos de la realidad de millones como yo. Que se llenan la boca hablando de "recuperación", de "ajustes necesarios", mientras nosotros, los de abajo, nos seguimos hundiendo.
No quiero limosnas ni promesas vacías. Quiero que el trabajo valga, que el esfuerzo sirva, que el país nos cuide como nosotros lo cuidamos cada día desde nuestro lugar.
Ojalá algún día cambie. Ojalá nos escuchen. Porque esto así no va más.
Con todo el enojo y la tristeza de una argentina que no se rinde, pero que ya no puede más.
María Soledad
