La salida de empresas extranjeras se ha convertido en uno de los fenómenos económicos más destacados durante el gobierno de Javier Milei. En los primeros 21 meses de su mandato, 16 multinacionales decidieron desistir de sus operaciones en Argentina, mientras que otras negocian ventas, cierres o reducción de actividades. El fenómeno preocupa al sector laboral, la industria local y a inversores internacionales, por sus efectos directos en el empleo, la inversión y la imagen del país.
Quiénes se fueron y qué dejaron
Algunas de las compañías que ya concretaron su retiro son:
- ExxonMobil
- HSBC
- Prudential
- Procter & Gamble
- Clorox
- Xerox
- Internexa
- Petronas
- Enap Sipetrol
- Mercedes-Benz
- Telefónica
- Southern Cross (Atria Soluciones Logísticas)
- SHV Holding (Makro)
- Nutrien (de Profertil)
- Dasa
- Magnera (ex Berry)
Entre las operaciones más recientes se destaca:
- La venta de Diagnóstico Maipú (ocho centros de diagnóstico por imágenes y 15 laboratorios) por US$ 110 millones a Swiss Medical, tras la salida del grupo brasileño Dasa.
- El cierre de la planta de Magnera en Pilar, dejando sin empleo a unos 60 empleados.
Factores que impulsan la salida
Según los reportes de medios, empresas y análisis especializados, estos son los motivos principales citados por las compañías que abandonan o reducen operaciones:
- Inflación persistente: los costos —tanto de insumos como laborales— suben rápidamente, lo que afecta la planificación y la rentabilidad.
- Falta de consumo interno: con caída del poder adquisitivo, la demanda doméstica se debilita, lo que golpea ventas de consumo masivo, comercio y retail.
- Presión impositiva elevada: múltiples impuestos nacionales, provinciales y municipales, además de costos regulatorios, hacen que operar sea menos competitivo.
- Dificultades para girar dividendos al exterior y otras restricciones cambiarias, que generan incertidumbre para las casas matrices que quieren repatriar utilidades.
- Incertidumbre regulatoria y macroeconómica: la volatilidad del tipo de cambio, la inflación, los cambios de reglas de juego generan riesgos que muchas empresas evalúan como insostenibles.
Consecuencias laborales y económicas
- Se han perdido más de 8.000 puestos de trabajo directos como resultado de estas salidas.
- Otros 30.000 empleos están en riesgo si continúan operaciones de venta de activos o cierres de plantas.
- Sectores afectados: consumo masivo, finanzas, manufactura, telecomunicaciones, industria automotriz, energía, agroindustria.
- Impacto en la inversión extranjera directa, puesto que muchas multinacionales evalúan si el riesgo país y la rentabilidad compensan los costos operativos y reguladores.
Dilemas para el gobierno y perspectivas
El éxodo genera varios desafíos para la administración de Milei:
- Credibilidad internacional: inversores extranjeros prestan atención no solo a discursos favorables al mercado, sino a la estabilidad macroeconómica, previsibilidad regulatoria, garantías jurídicas. Las salidas erosionan la confianza.
- Efecto sobre el empleo: los despidos y cierres impactan no sólo en los empleos directos, sino en toda la cadena productiva local (proveedores, logística, servicios).
- Recaudación fiscal: menos empresas operando significan menor base imponible, lo que puede complicar los ingresos tributarios en un contexto de necesidad fiscal.
- Imagen política interna: la sociedad observa el éxodo como indicador de crisis económica, lo que puede generar presión política.
Por el otro lado, el gobierno podría argumentar que algunas salidas eran inevitables, que algunas empresas no podían adaptarse al nuevo marco económico (tipo de cambio libre, reducción de subsidios, etc.), y que el modelo busca atraer nuevas inversiones con reglas más claras a futuro.
Conclusión:
El éxodo empresarial durante los primeros 21 meses del gobierno Milei marca un capítulo preocupante para la economía argentina. Las 16 multinacionales que ya se fueron representan solo la punta del iceberg de un proceso más amplio: reducción del empleo, deterioro de la inversión extranjera y gestos de alerta por parte de actores locales e internacionales.
La pregunta que queda por responder es si las medidas estructurales que el gobierno promete —sobre inflación, tipo de cambio, regulación y tributos— lograrán frenar o revertir esta fuga de empresas, y si lo harán sin generar un costo social demasiado alto.