Yo Lector: Emilia

 


Como ciudadana de esta comunidad y como ser humano con valores, no puedo quedarme callada ante la injusticia que se vive en torno a la histórica empresa Vassalli.

Los trabajadores no son una *"mafia sindical"*, como livianamente y con total falta de respeto los calificó una dirigente. Son personas. Son padres y madres de familia. Son vecinos, hijos, hermanos, gente que lo único que quiere es TRABAJAR, como lo han hecho durante años, poniendo el cuerpo y el alma para que esta empresa —sí, la misma que alguna vez fue orgullo nacional— siguiera de pie.

Es muy fácil hablar desde un escritorio o desde una banca política, desacreditando a quienes luchan por sus derechos. Pero es mucho más difícil ponerse en el lugar del obrero que, con incertidumbre y angustia, espera todos los días una respuesta que no llega, un sueldo que no aparece y una solución que se diluye entre declaraciones vacías.

Acusar de "mafia" a los trabajadores es un insulto no solo a ellos, sino a todos nosotros. Porque cuando tocan a uno, nos tocan a todos. Lo que hay en Vassalli es una lucha genuina, legítima, por mantener las fuentes de trabajo y la dignidad. Y eso no es mafia, eso es resistencia.

Que no se confundan: los trabajadores no quieren subsidios ni limosnas. Quieren lo que les corresponde. Quieren producción, herramientas, actividad, futuro. Quieren volver a ver salir una cosechadora por esa puerta, no quedarse mirando cómo se apaga una historia.

Pido responsabilidad. Pido respeto. Y pido memoria. Porque esta ciudad —y este país— se construyó con el esfuerzo de trabajadores como los de Vassalli. No con insultos, ni con estigmatizaciones.

A quienes hoy señalan con el dedo, les pregunto: ¿Qué están haciendo ustedes para que la fábrica vuelva a funcionar?

Firmado:

Una ciudadana harta de ver cómo se pisotea al que trabaja


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