Al volver, Vero no volvió al mismo lugar. Volvió distinta. Y Maxi también. Se miraron, reconociéndose de nuevo. Sabían que no tenían todas las respuestas, pero tenían la pregunta más importante clara:
—¿Seguimos? —preguntó ella.
—Siempre. Aunque cambiemos el cómo.
Esa noche no hablaron de casarse, ni de hijos, ni de lo que “debería ser”. Solo se prometieron seguir creciendo juntos, sin miedo a cambiar, sin miedo a volar... y volver.
Porque algunos amores no son de cuento.
Son reales. Incompletos, imperfectos, pero valientes.
FIN