Capítulo 1: El Umbral de la Curiosidad
Maxi, Ezequiel, Franco y Nacho se conocieron desde pequeños, amigos inseparables en un pequeño pueblo donde las aventuras eran simples, pero las preguntas, profundas. Desde que entraron en la adolescencia, algo había cambiado en su relación. La escuela secundaria había comenzado, y con ella, un sinfín de dudas y tentaciones.
Era un viernes por la tarde. El sol se estaba poniendo y los chicos se reunieron en la vieja cancha de fútbol, un lugar que solía ser su refugio. Las mochilas se dejaron a un lado mientras comenzaban a hablar de lo que los rondaba por la cabeza.
— ¿Alguna vez pensaron en probar algo, ya saben... como fumar o tomar? —preguntó Franco, con una mezcla de curiosidad y algo de miedo.
Maxi, el más extrovertido del grupo, levantó una ceja y se recostó contra la red de la cancha.
—Yo ya vi a los chicos mayores fumando cigarrillos cerca del bar, parece algo fácil. Pero, ¿será tan divertido como lo pintan? —dijo Maxi, con una sonrisa burlona.
Ezequiel, siempre más reflexivo, frunció el ceño.
—¿No les parece que todo esto tiene un precio? No sé... ¿las drogas y el alcohol no pueden ser algo peligroso?
Nacho, que hasta el momento había permanecido en silencio, levantó la mano.
—Bueno, yo escuché a mi hermano hablar sobre eso. El alcohol, por ejemplo, te hace sentir más suelto, pero también te puede meter en líos. Y las drogas, ni hablar… ¿quién sabe qué te puede pasar?
La conversación se volvió más profunda. Había algo que unía a los chicos: el deseo de experimentar, pero también el temor al desconocido. Nadie quería ser el primero en dar el paso, pero todos sentían que estaban al borde de algo importante. Un dilema que marcaría el curso de sus vidas.
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