Usar la tarjeta de crédito para comer es un pésimo negocio en términos de administración de las cuentas del hogar.
Alternativa y peligro:
Sin lugar a dudas, el uso de tarjetas de crédito es un reflejo más de la crisis económica, que muestra cuánto le cuesta a la población acceder a los productos de la canasta básica.
Aquellos que no llegan a fin de mes no tienen otra alternativa que “patear” para adelante el pago con la tarjeta. Comer, hay que comer.
Pero usar la tarjeta de crédito para esos fines también es un pésimo negocio en términos de administración de las cuentas del hogar.
Los mecanismos de financiación fueron pensados para la realización de compras de alto valor, productos que por su precio no pueden ser adquiridos de contado y con los ingresos de un solo mes.
En esa lista entran desde los autos y las casas, pasando por los muebles, los electrodomésticos, hasta los artículos de electrónica, como los celulares o las computadoras. Incluso, prendas de vestir importantes, como una campera o unas botas.
Para el resto de los consumos cotidianos (o corrientes, en la jerga económica), lo recomendable es el efectivo o, en su defecto, la tarjeta de débito. Porque si una familia comienza a pagar a plazo los gastos que hace todos los días, como los alimentos o los productos de tocador o limpieza, es inevitable que ingrese en un círculo vicioso del que luego es muy difícil salir.
Más en estos momentos en que las tasas de financiación están altísimas y las cuotas sin interés prácticamente han desaparecido.
Un mes se paga la compra del súper en cuotas con la tarjeta, y a los 30 días habrá que abonar los consumos de ese mes y alguna cuota de lo comprado el mes anterior. Y así sucesivamente, hasta que las cuentas ya no cierren y haya que apelar al pago mínimo del resumen de la tarjeta, opción que aplica los intereses más altos del mercado, superiores al 100 o 150 por ciento, según el banco.
No es fácil en estas épocas de “vacas flacas”, pero en lo posible hay que evitar la tarjeta en el súper. Salvo alguna promoción muy ventajosa, lo aconsejable es pagar en efectivo, con débito o, a lo sumo, con crédito pero en una cuota.
De lo contrario, el saldo de la tarjeta se irá agotando hasta colapsar, lo mismo que la economía doméstica de su titular.
Imagen ilustrativa (Google) |
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